España dobla su cifra de custodias compartidas en los últimos años. Los grandes cambios sociales acaecidos —mujeres con una vida laboral más intensa—, y la aparición de hombres que quieren estar más cercanos a la educación y el día a día de sus hijos, está detrás, según los sociólogos, de ese nuevo modelo de organización familiar posterior al divorcio.
España dobla su cifra de custodias compartidas
No hay que ir tan atrás en nuestra historia. En la reciente, ya encontraremos vestigios de una sociedad en la que, salvo contadísimas excepciones, la madre ostentaba la custodia de los hijos después de un divorcio. La estadística es clara a este respecto.
La custodia compartida nació, casi, como resultado de un movimiento social de padres que reclamaban un mayor tiempo de disfrute de sus hijos, frente al rácano —a decir suyo— fin de semana alterno y medias vacaciones de que venían gozando.
Pero no es la fuerza de esas vindicaciones lo que ha aumentado la concesión de custodias compartidas, sino las transformaciones sociales que lenta, pero implacablemente, se van imponiendo.
Empoderamiento de la mujer
La primera es sin duda el nuevo rol social de la mujer. Tras un divorcio, hay muchas mujeres a las que no les es nada fácil lidiar con tener que atender solas a los hijos y hacerlo compatible con una vida laboral necesaria y merecida.
En el mejor de los casos, cuando esto se ha podido hacer, ha sido a costa de una merma de la vida social y el ocio de la mujer, que quedaba consagrada en exclusiva a la doble función de madre y profesional, ambas absorbentes en la demanda de tiempo y energía.
La custodia compartida ofrece al padre la posibilidad de disfrutar más de la convivencia con sus hijos. Qué duda cabe que su normalización en nuestro país es un éxito para tantos padres. Sin embargo, no podemos soslayar que es un formato que ofrece a la mujer continuar de forma sostenible con su vida y ganar cierto espacio para sí misma, lo cual ya dejó de ser visto como comportamiento reprobatorio para entenderse como una aspiración de pleno derecho.
Este incremento viene sumado, además, a un nuevo rol del padre, más participativo en la vida académica, emocional, cotidiana, etc. de los hijos.
Aunque en materia de corresponsabilidad e igualdad queda un camino que recorrer, parece claro que el itinerario está bien fijado si analizamos la evolución.
Custodia compartida: viendo las cifras
Un vistazo a la estadística siempre ayuda. Las custodias completas para las madres siguen siendo mayoritarias, pero es innegable que se está dando un cambio: en 2013 las madres absorbían en exclusiva el 76% de las nuevas custodias, mientras que ya en 2020 representaban el 55% y la tendencia ha seguido por este derrotero.
Al otro extremo de la cuerda, en 2013 se aprobó la custodia compartida solo para un 18% de los casos. En 2020 ya se alcanzaba una nada despreciable cifra del 41%. La custodia compartida ya es una realidad en España, asentada y normalizada.
No obstante lo anterior, —cambios sociales, nuevos roles de género, matices de la cultura de familia—, el requisito indispensable para que se obtenga la custodia compartida sigue siendo el mismo: que el juez la entienda, para el caso en concreto, como la mejor opción para esos hijos.
Es el Derecho del Menor el que prima siempre sobre el resto, como bien jurídico especialmente protegido.